En los años sesenta y setenta, las grandes teorías de la sociedad postindustrial contemplaban un futuro muy optimista; una sociedad de profesionales dirigida por los técnicos de la sabiduría. Hoy el pensamiento sobre la sociedad postindustrial es mucho más pesimista. Hablamos de nuevas clases sociales, de un nuevo proletariado, probablemente, de las nuevas clases bajas, de los perdedores: la exclusión social, los marginados.
En estos últimos años, ¿por qué ha cambiado aquel optimismo total por un pesimismo también total? A mi parecer, los factores decisivos son: el primero -que es el más debatido y probablemente el menos importante- es el efecto de la globalización.
Nos lo presentan como un gran movimiento internacional que limita mucho la libertad de los gobiernos para tener autonomía en la gestión de la economía, en especial, a nivel macroeconómico. Al mismo tiempo nos dicen que la economía global lleva a un nuevo y fuerte dilema, que no existía en los viejos tiempos: de un lado, la igualdad, y del otro lado, el empleo.
Nos dicen que si queremos un creciente desarrollo del empleo debemos aceptar mucha más desigualdad, mucha menos seguridad social y mucha menos protección del trabajador.
El hecho de que el trabajador forme parte, no sólo del mercado de trabajo nacional, sino del internacional, significa que está en competición con el trabajador de Tailandia o Malasia, y está claro que, en esos países, el salario es mucho más bajo que aquí. En consecuencia, aquí un obrero poco cualificado debe aceptar unos salarios mucho más bajos para encontrar trabajo.
El segundo elemento del pesimismo, es que parece necesaria, absoluta y urgentemente, una desregulación de la economía, especialmente en el mercado de trabajo.
La desregulación del Estatuto de los Trabajadores ha significado menos protección, más fluidez, más capacidad de ajustarse y más desregulación de la estructura salarial.
Si seguimos un modelo de desregulación, es inevitable desmantelar, paralelamente, el Estado de bienestar. Al menos en parte, porque no es posible mantener las promesas y las garantías sociales en un nivel alto y que, al mismo tiempo, los salarios sean muy desiguales en el mercado de trabajo.
La tercera fuente del pesimismo es que hoy el trabajo está concentrado en el sector de los servicios, donde se crean nueve de cada diez puestos de trabajo nuevos.
De la industria a los servicios
Sin embargo, continuamos hablando de crear trabajo industrial, como si no tuviéramos conciencia de que el modelo de economía industrial tradicional ya no existe.
Los servicios generan un cierto pesimismo por varios motivos. La capacidad de aumentar la productividad en servicios es mucho más baja que en la economía industrial. Parece que queramos un futuro con la riqueza que aporta una industria que ya no crea trabajo. Y, viceversa, el trabajo lo debemos buscar en los servicios, que no aportan mucha riqueza productiva. Hoy, este es un gran dilema, que será mucho mayor en el futuro.
La cuestión está en buscar una política de plena ocupación y ver si es posible encontrarla en los servicios. Creo que es posible, pero conlleva plantearse el aumento de la productividad a largo plazo.
Muchos economistas dicen que hay una pequeña ventana de optimismo, porque si es verdad que casi todo el empleo nuevo está en los servicios, podremos evitar los problemas de la globalización, pues gran parte de nuestros servicios no están en competencia con Tailandia o Malasia. Un empleado de Malasia no está en concurrencia con un camarero de España. En los servicios, solamente tenemos competencia internacional por la vía de la emigración. En nuestro caso, los servicios están protegidos del impulso de las fuerzas internacionales globales. Eso es verdad, pero no podemos obviar que los servicios tienen una competencia aún más fuerte que la generada por la economía internacional: la familia.
Los servicios avanzan en dos direcciones: unos van hacia empresas, especialmente de finanzas, seguros, consultoras, etc.; y otros -la mayor parte-, van al consumo familiar, a los hogares.
El problema se encuentra en que los servicios deben competir con la capacidad adquisitiva del hogar, de la familia. Y ésta es una gran competencia.
La familia es quien decide donde come: en el restaurante o en casa. Y el precio es muy importante en el momento de decidir. Los precios de un restaurante, como los de otros servicios, pueden ser muy caros. Entonces, el autoservicio familiar es la alternativa, pero no crea trabajo. Este es un dilema importante, y, desde la perspectiva de la competencia, lo considero más problemático que el impacto internacional.
Globalización y mercado de trabajo
Antes de volver a este tema, creo útil presentar, resumidamente, los principales resultados de la investigación científica sobre el efecto de la globalización en la regulación del mercado de trabajo, porque hoy existe mucha mitología dentro del debate, sobre todo a nivel político.
Primero, el impacto de la globalización es, básicamente, el impacto del comercio global sobre todas nuestras economías. Sabemos que en los últimos veinte años, más o menos y depende un poco del país, hemos perdido del 30 al 50% del trabajo industrial. Algunos países pierden más que otros, como por ejemplo el Reino Unido. Es un efecto importante. En muchos casos está relacionado con la desindustrialización, sobre todo en Asia del Este, y, al mismo tiempo, al milagro de la industrialización en otros países.
Parece que la nueva competencia internacional lleve, especialmente a nuestra industria simple, tipo textil, etc., a aceptar más desigualdad, más pobreza, más salarios bajos o bien a aceptar el paro estructural. La globalización conlleva bajos niveles de cualificación.
Todos conocemos familias que son víctimas de la globalización, de la disminución del trabajo y de la industria. Pero la globalización también crea trabajo. Casi todos los estudios que conocemos nos llevan a una conclusión bastante optimista, porque la diferencia es positiva para nosotros. En la competencia con Europa del Tercer Mundo y Asia, creamos más trabajo que perdemos.
El balance es positivo, aunque el tipo de trabajo que genera riqueza en la exportación a países como Asia, es un trabajo de otro tipo. Es, sobretodo, trabajo de servicios avanzados o de cualificaciones muy elevadas. El impacto global siempre tiene dos vías al mismo tiempo. El balance en casi todos los países avanzados de Europa es positivo. Y para Europa, en general, el impacto de la competencia del Tercer Mundo es marginal.
Los Estados Unidos de Europa
Si pretendemos que Europa sea los Estados Unidos de Europa tenemos que tener una economía integrada, y vemos que en el total de la importación y la exportación el 8% de todo el comercio es extraeuropeo y el 92% intereuropeo: Alemania-Holanda, Holanda-Dinamarca, Dinamarca-Italia. Solamente el 8% de todo el comercio europeo es con países no europeos. La mayor parte es con América y Japón. La competencia, la importación europea de los países como Malasia es verdaderamente marginal en el cuadro comparativo de nuestras economías.
El problema principal de la globalización no es un futuro sin trabajo. Es un futuro con otro tipo de trabajo más cualificados, y ésta es la verdadera crisis de la globalización, el problema para nuestros trabajadores de bajas cualificaciones.
La regulación de los mercados de trabajo ha generado mucha literatura e investigación. El campo de la regulación, el debate sobre la regulación y su verdadero impacto comprende tres ámbitos distintos.
Uno es la regulación de la estructura salarial. El problema principal es el salario mínimo, o la diferencia entre los salarios en el mercado de trabajo, sobretodo, para la gente poco cualificada o para la juventud.
El segundo campo de la regulación es su efecto en el Estado de bienestar. El Estado de bienestar puede mantener el paro de larga duración, y, a la vez, llevarnos a un coste muy elevado de la mano de obra, porque las contribuciones a la financiación del sistema son muy caras. Esto está en la mente de las empresas, que el coste de trabajo es muy elevado, sobretodo para la gente de productividad baja. Jóvenes, gente con poca cualificación, mujeres, especialmente madres con niños pequeños.
El tercer campo de la regulación es la protección del trabajador, los derechos del trabajo, los costes del despido, las reglas que reglamentan el ajuste de las fuerzas de trabajo.
Las conclusiones primarias de toda la investigación actual es que el problema del paro generalmente no está en la regulación. La regulación no puede explicar el nivel del paro, ni la diferencia del paro de un país respecto a otro.
Países como Italia, Francia o España están más regulados y son más rígidos que otros mercados de trabajo como el inglés, el americano o el escandinavo. Pero esto no explica que el nivel del paro en España sea mucho más alto que en Dinamarca o en el Reino Unido, aunque la regulación explica algo muy importante: explica quién paga el paro, quiénes son los culpables del paro, cuáles son los grupos víctimas del paro. Explica que normalmente son jóvenes poco cualificados y mujeres. Pero es imposible afirmar que en España, con el nivel de paro más elevado del mundo avanzado, la causa sea la regulación del mercado de trabajo español.
Salarios bajos y paro
En la primera Tabla“1” están los datos sobre este presunto dilema entre los salarios bajos, de un lado, y el paro, del otro. Presenta valores medios para tres grupos de países. El grupo liberal, de países más o menos anglosajones: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda, que es el mismo grupo que en los últimos veinte años ha seguido la estrategia más desreguladora. El segundo grupo es nórdico, podemos llamarlo socialdemócrata, donde siguen dominando los gobiernos socialdemócratas con un apoyo muy fuerte, en el mercado de trabajo, de las políticas activas. Tienen el nivel de participación laboral más alto del mundo y también la más alta participación de las mujeres en el mercado de trabajo. El tercer grupo es el de la Europa continental, donde participan España, Alemania, Bélgica, Francia, Italia, etc. Sabemos que el perfil de las estrategias de estos tres grupos es muy distinta.
El modelo de desregulación se da en los países liberales, y el modelo de máximas garantías posibles en el mercado de trabajo se da en la Europa continental. Si existe un dilema entre los salarios bajos y el paro lo podemos ver en la cuarta columna. El nivel de salarios bajos -a nivel de pobreza- está muy acentuado en los países del régimen liberal: un 22% de la media de este grupo.
Precisamente en los Estados Unidos, según varias apreciaciones, son cerca del 20% de la población laboral quienes tienen un trabajo a pleno tiempo todo el año con un salario que no supera la línea oficial de la pobreza americana.
En los Estados Unidos se han creado veinte millones de nuevos puestos de trabajo en los últimos quince años, una transformación muy importante, pero basada en el bajo nivel del salario. Cuesta poco contratar a una nueva persona y es muy fácil despedirla cuando ya no se la necesita.
Europa, y sobretodo los países nórdicos, tiene un Estado de bienestar con un fuerte régimen de garantías sociales, estructura salarial, derechos de los trabajadores, etc. A la vez, tiene un campo de trabajadores mal pagados y un paro mucho más fuerte, sobretodo entre jóvenes, inmigrantes y mayores de cuarenta y cinco años, especialmente en la Europa continental.
Inclusive en España es dramático. La probabilidad de paro de los jóvenes es casi cinco veces más elevada que el de un hombre maduro, adulto. Es el mismo caso de las mujeres, sobretodo en la Europa continental, y también en España. Es tres-cuatro veces más alto en comparación con el cabeza de familia. El único caso donde Europa parece observar una transformación mejor que los países liberales es en el del trabajador poco cualificado. ¿Cómo es posible que la probabilidad de paro de un poco cualificado sea más elevada en los Estados Unidos, donde tienen una desregulación que hace que la mano de obra cueste poco?
En Europa tenemos poco paro en este grupo, aunque el precio es muy elevado. Sólo es un enigma hasta que se recuerda al trabajador “insider” y “outsider”. En Italia, Francia o Alemania es muy difícil despedir al trabajador que ya es improductivo. La estrategia alternativa que hemos vivido en la Europa continental es la jubilación anticipada, que no se contempla en las estadísticas del paro ni en las de jubilados y pensionistas.
El futuro está en los servicios
El futuro del empleo depende casi totalmente de los servicios. Debemos entender bien cual es la estructura lógica, la naturaleza de la economía de servicios y distinguir cuatro sectores principales, con una lógica muy diferente los unos de los otros. Uno es la venta a domicilio, un campo que no crece mucho, que está estabilizado. No es importante para esta reflexión.
Es en otros grupos donde está, potencialmente, la fuente del aumento de trabajo para el futuro: servicios para empresas, financieras, etc. -como he dicho al principio-, y servicios sociales, que incluyen educación, sanidad y, también, servicios sociales para hogares, para ancianos, para cuidar a los niños, etc. Son campos de servicios potencialmente muy amplios.
Los servicios para empresas, en los últimos veinte años son un sector muy dinámico. Los servicios sociales han crecido, sobretodo, en los países nórdicos y con la ayuda de un Estado de bienestar basado en los servicios para los hogares.
El tercer campo, son servicios para personas o consumidores. Es un servicio mixto, como limpieza, lavandería, etc., y servicios de tiempo libre, como Disneylandia, cines, restaurantes, teatros, etc. En gran parte de Europa ha sido en los últimos veinte años un sector de servicios estancado porque este es el sector más sensible al coste en los hogares.
Ahora los dos campos de servicios sociales y personales tienen mayor posibilidad de desarrollo y creación de trabajo, también a nivel de cualificaciones bajas. Son, al mismo tiempo, los servicios destinados directamente a los hogares. Son los que hoy compiten en las decisiones económicas de los hogares en los países avanzados.
Por este motivo, debemos entender bien cual es la naturaleza de la competencia, cuáles son los factores principales que llevan a un aumento o a una pérdida del trabajo en los servicios destinados a los hogares.
Existen tres factores principales: uno, muy bien conocido, es la famosa ley de Engel, un economista clásico que dice, sencillamente, que cuanto más ricos somos y más podemos consumir individual y familiarmente, menos pagamos, relativamente, por las necesidades fundamentales de la supervivencia.
Siendo más ricos podemos consumir más servicios como, por ejemplo, ir al cine, al restaurante, a parques de atracciones, haciendo viajes, en resumen, podemos consumir más servicios.
Es un impulso claramente positivo para la demanda y la creación de trabajo en los servicios. Es distinto del impulso negativo, que es el coste relativo de los servicios.
El precio de los servicios
El coste de los servicios es problemático y grave, pues los servicios no crecen en productividad. La diferencia entre la productividad y el coste del servicio es problemática tanto para el precio o el salario de los servicios, como para la tendencia general de los salarios en la economía.
Por ejemplo, el caso clásico es un concierto de un cuarteto, que suena igual hoy que en el tiempo de Mozart. No ha aumentado ni un milímetro el nivel de productividad en un concierto de Mozart, porque, evidentemente, son necesarios cuatro músicos y mantener el “tempo” de Mozart. No podemos acelerar el concierto. El nivel de productividad es el mismo de hace doscientos años. El crecimiento de productividad es igual a cero.
Existen muchos campos en los servicios que tienen este tipo de lógica. Si este es el caso, si al mismo tiempo tenemos una aceleración de productividad en la industria, en servicios para las empresas, bancos, etc., y si queremos pagar a los obreros según la productividad relativa, está claro que un violinista en un cuarteto de Mozart debe pagarse a un nivel verdaderamente bajo en comparación con el nivel de salario de un obrero de la industria.
Está claro que no existe un cuarteto, una lavandería, un masajista o una peluquería pagados a nivel de productividad. En los servicios, los salarios y costos siguen siendo los de nivel medio de la economía. Ésta es la tendencia a largo plazo en casi todos los países. Pero lleva a una crisis de costes. Es muy caro consumir un servicio, porque tenemos que pagar más debido a la nula productividad. Cuesta mucho la lavandería, la limpieza de la casa, ir a un restaurante. Siempre parece que cuesta relativamente más. A largo plazo, éste es el problema de la productividad.
Susidio o desregulación
Son dos las soluciones que se utilizan contra la crisis del coste de los servicios: una, subsidiarlo. Esta ha sido la estrategia escandinava, subsidiar los servicios sociales vía la producción de los servicios por el Estado de bienestar, para compensar el fracaso del mercado de producción de estos servicios.
Para una familia normal es imposible contratar una guardería para los niños, porque cuesta mucho. En Italia cuesta un millón de liras al mes, más o menos igual que en España. La única solución en este caso es subsidiarla o integrarla al Estado de bienestar para posibilitar el consumo. Ahora en Escandinavia, como media, un tercio del mercado de trabajo está ocupado en el sector de los servicios sociales: educación, sanidad y servicios sociales a los hogares.
La otra solución es la desregulación de salarios: bajar relativamente el importe del salario a la gente que trabaja en servicios de poca productividad. Este es el modelo de la desregulación, muy seguido en los Estados Unidos. También permite a la familia, al hogar, consumir estos servicios en el mercado. Es posible para gran parte de los hogares encontrar un canguro o una guardería que cuesta poco. La calidad, probablemente, no es la máxima, pero es posible encontrarla, aquí no. Es posible llevar la ropa a lavar en la lavandería porque cuesta poquísimo, aquí no es posible. Con la desregulación del salario también aparece, potencialmente, un enorme mercado de servicios. Ésta es la fuente del milagro del trabajo americano. Es lo que ha creado mucho empleo.
Si miramos, por ejemplo, cuál es el porcentaje de trabajadores americanos que trabajan en servicios personales, es más o menos un 12% del mercado de trabajo, mientras en Europa es un 4-5%, porque es muy caro. En nuestro caso, es un fracaso del mercado de trabajo .
En la tercera fuente, el factor principal es la compensación del pesimismo que viene del problema del coste. Podemos llamarle el problema del tiempo. Sabemos que la estructura familiar está cambiando aceleradamente. Ya no existe el típico hogar tradicional del hombre como cabeza de familia. Hoy, los nuevos tipos de hogares son, normalmente: hogares de una sola persona u hogares con dos ingresos y dos carreras. ¿Qué es lo común entre estos dos nuevos tipos de hogares?: les falta tiempo, no tienen tiempo para autoservirse.
Si tenemos una familia con dos ingresos y dos carreras la mujer no puede ocuparse completamente de las necesidades del hogar. Debemos compensarlo con otras estrategias.
Es imposible hacer la comida al mediodía, todos van al restaurante, a un Mc Donald o a un bar de tapas. No tenemos tiempo para limpiarlo todo, para lavar las camisas, etc. Siempre tenemos menos tiempo para estas necesidades de las familias tradicionales. La mujer que trabaja a jornada completa no tiene tiempo para cuidar dos o tres niños, es imposible.
En este caso la familia con dos ingresos y dos carreras busca guarderías, busca canguros, busca soluciones en el mercado o, si existe, en el Estado de bienestar. Y crean trabajo. La familia con dos ingresos también tiene más dinero, está claro: esto es el efecto Engel combinado con el efecto del tiempo, está combinado con este nuevo tipo de hogar. Esto crea una fuerte demanda de los servicios, mayormente servicios de bajo nivel de cualificación, como limpieza, guarderías, asistencias de varios tipos en el campo de servicios. Servicios para consumidores y también servicios sociales. Es una demanda muy intensiva que potencialmente puede crear un fuerte aumento de trabajo. El problema es que el coste del servicio es la barrera principal: hemos vuelto al problema de igualdad y desigualdad del trabajo.
Tendencias a largo plazo
La segunda Tabla puede ilustrar las tendencias a largo plazo del trabajo en varios campos de servicios. La primera columna presenta el cambio global del empleo en la economía, así como en varios sectores de servicios: servicios de orden global y los tres sectores que he comentado. Vemos la gran diferencia: los países desregulados parecen más capaces de crear trabajo y aumentarlo en 1,5% al año. Es un crecimiento muy fuerte. En 10 años es un 15%.
Al mismo tiempo, que en la Europa continental el nivel del crecimiento de trabajo es mucho más bajo: un tercio del grupo liberal. Japón es el caso intermedio.
También existe un dinamismo en la Europa del Sur, en la Europa continental, pero debemos recordar que, al mismo tiempo, el punto de salida es bajo. Desafortunadamente no tengo datos comparativos con todos los grupos de países. Crecen los servicios para personas y servicios sociales, y también los servicios para las empresas. Sabemos que los dos grandes sectores dinámicos en servicios son: empresariales y sociales. En América también los servicios personales son muy favorables para los hogares por su bajo coste.
La mano de obra poco cualificada
En la tercera Tabla, podemos ver la capacidad de esos mismos tipos de sectores para solucionar uno de los principales problemas del mercado de trabajo: cómo absorber la mano de obra de baja cualificación.
Existe un contraste. A nivel de la economía global, la posición del trabajador poco cualificado es desastrosa; pierden mucho terreno. En Escandinavia es del 3,6% al año. En los servicios sociales, restaurantes, hoteles y también servicios para personas existe una gran fuente de trabajo de poca cualificación, potencialmente capaz de absorber esta fuerza de trabajo. Pero no sucede así.
El único caso donde parece que el trabajador de baja cualificación está mejor es en el grupo liberal, y la explicación no es ninguna sorpresa, es porque el bajo nivel del salario lo permite.
Me acuerdo de un amigo mío, un profesor americano, que tiene un jardinero que va a su casa tres o cuatro veces a la semana, durante dos o tres horas, para arreglarle un poco el jardín. Él le paga cuatro dólares por hora. El jardinero es un hombre que tiene treinta y cinco años y que antes trabajaba en la empresa General Motors de Ohio, donde ganaba cinco veces más. Tiene un itinerario laboral descendente y dramático, pero no es el único.
Las estadísticas americanas demuestran que algo más del 50% de las personas despedidas con motivo de la desindustrialización, tienen la probabilidad de encontrarse en una situación salarial de, al menos, la mitad del anterior salario. Es un dato duro, una movilidad dramática hacia abajo. Es lo que permite sostener, continuar y también hacer crecer el trabajo en este sector y para este tipo de mano de obra.
Trabajo digno o trabajo-basura
Si queremos plena ocupación, ¿debemos aceptar un mercado con mucho trabajo de bajo nivel? En América hablan mucho de Macjobs: trabajo-basura.
Si queremos seguir la estrategia de la plena ocupación en una economía dominada por los servicios, es imposible evitar que tengamos un gran porcentaje de trabajos de nivel muy bajo. Si, de otro lado, queremos maximizar el cuadro de la sociedad postindustrial, bonita, muy profesional, dominada por técnicos profesionales y semiprofesionales, vamos, inevitablemente, a una exclusión fuerte, al paro estructural de masas: marginalización o plena ocupación, pero con trabajo de bajo nivel. Este es el dilema.
Hoy, frecuentemente hacemos comparaciones con los años de oro, cuando parecía que todo funcionaba bien. Está claro que dos o tres cosas son radicalmente distintas hoy. Una, queda demostrada con este ejemplo. Si miramos la situación de cada nuevo joven que se incorporaba al mercado de trabajo, después de dos o tres años cobraba más -comparativamente- que lo que cobraba su padre a la misma edad. Había un incremento constante del nivel salarial real. El hijo podía siempre compararse positivamente con su padre y podía contar más o menos con su plena ocupación, porque la demanda de la mano de obra poco cualificada era muy fuerte. Ir a la fábrica con trabajo poco cualificado aportaba un salario bueno, que se incrementaba cada año. Era una movilidad social a la alza en casi todo, sino a nivel de profesión, si a nivel de dinero, de capacidad, de recursos de vida.
Hoy, ¿es posible continuar esta línea de promoción del joven en comparación con su padre? La consecuencia sería el paro estructural. La situación actual en Europa para los jóvenes que buscan trabajo es que les es realmente difícil encontrar un trabajo que les permita la comparación positiva con su padre.
En América encuentran inmediatamente un trabajo, pero este trabajo no permite una comparación salarial positiva con su padre. El nivel relativo en comparación con el padre, cada año es más bajo. Es una movilidad hacia abajo del nivel salarial, pero tienen trabajo.
El problema más grave hoy no es el paro momentáneo, temporal; no es el trabajo-basura; ni un período de salarios bajos. El problema hoy es la duración de estas experiencias. El problema real para entender dónde están las tendencias del mercado de trabajo postindustrial, se encuentra en las tendencias de marginalización, de exclusión, de polarización.
En nuestra juventud, todos hemos trabajado de cualquier cosa: trabajos mal pagados, trabajos-basura poco cualificados y poco gratificantes. Pero estamos bien, creo que estamos bastante bien, hoy tenemos una carrera, tenemos estabilidad, etc.
El problema no es la experiencia previa de un trabajo-basura, que puede ser también una experiencia positiva, puede ser un tipo de trabajo positivo para permitir el ingreso de emigrantes, etc. El problema se da cuando puede convertirse en una trampa para tu vida.
Las características de la exclusión
En la cuarta y última Tabla vemos datos de los países en que existe estadística al respecto. Los datos sobre una exclusión permanente y la duración de la exclusión son muy difíciles de buscar, porque debemos realizar un seguimiento de las mismas personas año por año o mes por mes. Esta Tabla incluye cuatro indicadores de permanencia en la exclusión.
El primero es la probabilidad de una persona, de un mes a otro, de salir del paro. La segunda es la probabilidad de que una persona que continúa siendo pobre, sistemáticamente y al menos durante tres años consecutivos. Está bastante demostrado, que una persona que es crónicamente pobre durante tres años consecutivos, tiene un alto riesgo de continuarlo siendo. Es una experiencia realmente dura que puede destruir mucho las probabilidades de una vida entera. La tercera columna contempla la situación desde el punto de vista de bajos salarios, entendiendo por salario bajo los dos tercios del salario medio del país. Una persona que durante cinco años está mal pagada, difícilmente sale de esa situación. Es la trampa de los salarios bajos. Y, al final, la cuarta columna refleja la posibilidad que tiene un joven de encontrar trabajo después de su etapa educativa. Los jóvenes que no tienen carrera, no tienen trabajo de ningún tipo, y los que la tienen observan un porcentaje moderado de paro.
Más trabajo y más pobreza
Algunas cosas parecen muy claras: una estrategia de desregulación lleva a más movilidad, más creación de trabajo, muchos más trabajan, pero parece también que crean situaciones de salarios bajos y de pobreza. Si miramos el grupo Canadá, Reino Unido y, sobretodo, Estados Unidos, vemos que la probabilidad de salir del paro para un joven que busca trabajo es buena. La gran mayoría encuentran trabajo inmediatamente, pero, por contrapartida, en este tipo de modelo se genera la polarización.
Estar en servicios mal pagados o en situación de pobreza es una trampa, pues no existe una movilidad fuerte para garantizar a la gente que salga de la pobreza y de los salarios bajos. Un 62% de los americanos que durante un año han estado mal pagados siguen igual cinco años después. Es una itinerario de pobreza más o menos garantizado.
De otro lado, vemos en Europa buena capacidad, relativamente, para garantizar a la gente salir de la pobreza y salir, también, del trabajo mal pagado. Pero Europa está en una situación mala para garantizar a la gente salir de la exclusión. Miren, por ejemplo, la diferencia de España, de América o de Dinamarca, de garantizar de un mes al otro la salida del paro de su población: un 4%. Es 10 veces menos que EEUU la capacidad de Italia o España de garantizar a los jóvenes, que después de la educación encuentren un trabajo. En Italia un 70% y en España un 63% de los jóvenes, después de un año no tienen ningún trabajo.
También debemos mirar el dilema de igualdad o desigualdad, de ventaja y desventaja de seguir una estrategia de desregulación o de tener los derechos y la protección social muy alta. Debemos analizarlo no solamente con datos del nivel del paro en Europa en comparación con América, o de creación de trabajo, sino también sobre el nivel de enquistamiento de la gente en una situación u otra.
El autobús de Schumpeter
Cuando lo miramos así parece que el dilema es mucho más fuerte de lo que parece cuando vemos solamente las estadísticas estándar. El problema se explica con mi analogía preferida: el autobús del economista Schumpeter, uno de los grandes economistas del pasado. Joseph A. Schumpeter, en su crítica contra la teoría marxista de las clases sociales, decía: “Pero ustedes, ¿de qué clase social están hablando?. Una clase social -el proletariado de Marx, por ejemplo-, es como un autobús siempre lleno de gente, pero siempre con gente nueva: unos entran y otros salen. La movilidad es continua. Si una clase social es como un autobús, no es un problema social, no configura clases estáticas, porque todos pueden moverse. El problema sólo existiría si el autobús cerrara sus puertas”.
El gran peligro que vemos en este tipo de Tablas es la duración del paro, la duración de la pobreza, la duración de trabajo mal pagado: el autobús cierra las puertas para mucha gente. Este es el reto principal para la estrategia del mercado de trabajo del futuro. Debemos valorar, por ejemplo, si una política de desregulación del Estatutos de los trabajadores o de los derechos de trabajo llevan a más o menos exclusión, si cierran, más o menos, las puertas del autobús.
Debemos mirar si una desregulación de la estructura salarial ayuda a abrir las puertas del autobús, o a que las paradas del autobús sean frecuentes. La única valoración realmente importante de las estrategias políticas es evaluar la movilidad, mucho más que mirar si América ha creado más puestos de trabajo que Europa.
Prefiero no hacer ahora ninguna conclusión sobre las estrategias, porque las estrategias para el mercado de trabajo están interconectadas con las estrategias del futuro del Estado de bienestar.
Este es el punto de partida para entender por qué está en crisis el Estado de bienestar. Está en crisis porque lo están los dos elementos que son la base principal del funcionamiento del Estado de bienestar: el mercado de trabajo, de un lado, y la familia, del otro. Si estos dos elementos funcionan mal también funciona mal el Estado de bienestar, porque el peso que debe asumir el Estado es mucho más fuerte si convergen al mismo tiempo tendencias de acumulación de riesgos en el mercado de trabajo. Y, en la familia, tenemos una acumulación de fracasos, que, claramente lleva a una presión mucho más fuerte sobre el Estado, que es la única tercera posible fuente de solución de problemas sociales.
Gösta Esping-Andersen
Catedrático de Economía de la Universidad de Trento (Italia).
Este artículo es la transcripción de una de las conferencias pronunciadas por el autor en las jornadas “El futuro del Estado de bienestar”, organizadas por la revista “La factoría” y la entidad “L’Agrupació” de Sant Boi de Llobregat, que se celebraron en Castelldefels (Barcelona) los días 28 y 29 de mayo de 1998. Ésta y la segunda conferencia “Origen, evolución y perspectivas del Estado de bienestar y del modelo español”, en que da respuesta a los interrogantes planteados en el presente artículo, aparecerán publicadas, en breve, dentro de la colección “Los libros de la factoría”.
Notas:
- La primera Tabla y las siguientes, se encuentran al final del artículo.
TABLA 1 | ||||
SALARIOS BAJOS O PARO | ||||
RATIO DE PARO JÓVENES /ADULTOS | RATIO DE PARO DE BAJA CUALIFICACIÓN /GLOBAL | RATIO DE PARO MUJERES /HOMBRES | TRABAJADORES CON BAJO SALARIO (%) | |
RÉGIMEN LIBERAL | 2.5 | 1.5 | 1.2 | 22 |
RÉGIMEN NÓRDICO | 3.0 | 1.3 | 1.4 | 8 |
RÉGIMEN EUROPA CONTINENTAL | 6.1 | 1.2 | 4.1 | 12 |
ESPAÑA | 4.9 | 1.2 | 3.6 | 14 |
TABLA 2 | |||||
TENDENCIAS A LARGO PLAZO EN EL EMPLEO Y EN LOS SERVICIOS (CAMBIO ANUAL 1970-1993) | |||||
EMPLEO GLOBAL | TOTAL SERVICIOS | SERVICIOS PERSONALES | SERVICIOS SOCIALES | SERVICIOS DE NEGOCIOS | |
RÉGIMEN LIBERAL | 1.5 | 3.0 | 3.7 | 7.3 | 7.3 |
RÉGIMEN NÓRDICO | 0.6 | 1.9 | 0.9 | 3.3 | 5.5 |
RÉGIMEN EUROPA CONTINENTAL | 0.5 | 2.4 | — | — | 4.3 |
JAPÓN | 1.2 | 1.6 | — | — | 3.5 |
TABLA 3 | ||||
TRABAJADORES DE BAJA PREPARACIÓN Y EMPLEO. CAMBIO ANUAL POR CATEGORÍAS DE SERVICIOS, 1980-1990 | ||||
ECONOMÍA GLOBAL | HOSTELERIA | SERVICIOS PERSONALES | SERVICIOS SOCIALES | |
RÉGIMEN LIBERAL | 0.3 | 0.0 | – 0.6 | 4.8 |
RÉGIMEN NÓRDICO | – 3.6 | – 4.5 | – 1.9 | – 1.5 |
RÉGIMEN EUROPA CONTINENTAL | – 1.6 | 1.8 | – 2.0 | 2.3 |
JAPÓN | – 2.6 | – 2.4 | – 3.0 | – 2.5 |
TABLA 4 | ||||
EXCLUSIÓN SOCIAL | ||||
SALIDA DEL PARO MENSUAL | POBRES POR 3 AÑOS | BAJO SALARIO POR 5 AÑOS | JÓVENES SIN EMPLEO UN AÑO DESPUES DE LA EDUCACIÓN (%) | |
CANADÁ | 24 | 12 | — | 18 |
UK | 13 | — | 35 | 32 |
USA | 37 | 14 | 62 | 25 |
DINAMARCA | 38 | 3 | 47 | 29 |
SUECIA | 30 | — | 36 | 42 |
FRANCIA | 6 | 2 | 49 | 42 |
ALEMANIA | 8 | 2 | 45 | 18 |
ITALIA | 4 | — | 39 | 70 |
ESPAÑA | 4 | — | — | 63 |